Ildefonso Valero.
De toallas y soldados
A José Antonio Romero
Formó pareja artística promoviendo galas, entonces se les llamaban «escomedias», con Rosa Rite – Valero y la Rosa Rite – en las Escuelas Vicentinas, más tarde con Ildefonsita Fleming en las Salesianas, Candón, etc.

Con Pedro Lazo, Almeida, Juan Batanero (Juanito el del «yamba»), formaron la Orquesta Valero para amenizar la Sesión Vermout de «la Goya». Mediodias en el Católico como pianista, era un hombre orquesta que estaba siempre dispuesto a hacerle la vida agradable a los demás. Recuerdo una noche de ronda, él acompañando el coro de nuestros padres más toda la chiquillería, sentado al piano de la Goya en todo lo alto del carro de mula de «la Culmen», casa por casa hasta la madrugada.
Hizo una labor encomiable vendiendo por todo el pueblo los «sellos de la ermita», siendo también el responsable del alquiler de las túnicas de los nazarenos negros. Son miles las anécdotas aún recordadas de cada una de sus actividades altruistas siempre, su profesión era la de Cartero Mayor de Valverde. Por ello tenía el privilegio de que con tan sólo su firma en el sobre, la carta llegaba a su destino sin el preceptívo franqueo.
Nuestra abuela Manolita, hermana de Ildefonso e Inés entre otros, enviudó muy joven por lo que tan sólo salía a la calle a la plaza de abastos tras las misa del alba y para de contar. Se quedó en el Cine mudo del San Fernando.
Se trataban de ; «chachos», cosa muy comun en aquellos tiempos. Siempre vivió con nosotros, ¡Señor dame fuerza para criar tanto machuco!, decía. El tío Ildefonso para nosotros era muy próximo, su presencia en casa era muy esperada, entre otras cosas era el paño de lágrima de nuestra abuela, encargado de recogerle las cartas que escribía su «chacha Manolita» a sus hijos Daniel y Hermana San Daniel.
Y, ahora viene el caso. Un día que llegó el tío Ildefonso a casa se encontró a su querida hermana disgustadísima; ¿Qué te pasa chacha? . Mira, mira lo que me ha pasado; ¿Recuerdas el paquete que me hicistes el otro día para mi chacha Obdulia (una intima amiga suya) con unas toallas de regalo para su hija que se casa?. Claro, claro que me acuerdo, y ¿qué ha pasao?. Que, ¿qué ha pasao?, que me las ha devuelto. ¡Será posible !
Ildefonso que las ensartaba al vuelo le preguntó…»Y ella a tí, ¿ que te regaló cuando lo del niño? . Espera que me acuerde. Ah!, ya, ya me acuerdo; ¡¡Aquellos soldaditos de plomo que está en la mesilla del recibidor!!. A ver, a ver que los vea. ..»
«¿Tienes por ahí papel de envolver y papel de pegamento?; toma, aquí lo tienes. Ildefonso con toda su pericia envolvío uno a uno los soldados y con todos ellos un impecable paquete pero antes de cerrarlo, en un tarjetón, con impecable caligrafía escribió;»