Rocieros en capilla.

Plegaria

Surge mientras se está cepillando el lomo de la caballería, al sacar los avíos para el camino, al enhebrar una aguja para repasar los volantes,  los flecos de los mantoncillos,  al cepillar el sombrero de alaancha, limpiar la medalla, repintar el remolque o mientras en reunión se habla de la logística, el aprovisionamiento o del dinero que hay que poner, porque también hay que poner dinero.

Unos la interiorizan al recordar momentos, buenos y también malos, que los hay. De gozo y de fatiguitas, de presencias y ausencias. Surge tambien cantando, guitarra mediante o a pelo, sin acompañamiento. Susurrando o a pleno pulmón, cantando bien o malamente.
Plegarias; recuerdos, vivencias, rezos, introversión. Exámenes de momentos que duraron una eternidad, nada, o de toda una vida que se te viene a la mente  al oir, ver, oler o tocar cosas inertes,  llenas de vida. Es un rendir cuenta, un encontrarse con uno mísmo y con los otros.

Se le canta tanto a la medalla porque es la que mide, a modo de metrónomo, la intensidad, el ritmo y el mensaje, ausculta nuestra alma.

Ya falta poco muy poco para sentir intensamente el paso veloz,  del presente  a la nostalgia inmediata de lo acabado de vivir.

Y de nuevo, volverá…  la plegaria…

Plegarias rocieras


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