Manolita Jiménez, serrana de Valverde.
Como otra tocaya suya, mi abuela, vivió en la Calleja aunque más abajo, justo frente a la casa parroquial, en el número ocho, en la Posada.
También pequeña, pero grande muy grande de sonrisa y corazón, era la madre de «Los Catilla» gente singular; artistas, tallista, tanguero, comerciante, meteorólogo, filósofos todos, mujeres universales ( España, Africa, Bella, etc.) , comprometidas siempre con su entorno. Durante el tiempo que la conocí jamás mostró su pena, mucho menos cualquier atisbo de rencor, afable y cariñosa.
Para la chiquillería de entonces la posada fue una casa singular no sólo por la arquitectura, nunca debieron desaparecer las posadas ; la de la calle Arriba, la de la calle Abajo, la de Juanillo «El herraó» (su arcada, el suelo empedrado, etc.) a todo ello había que añadir la «memoria en blanco» ; esculturas inacabadas, bocetos de obras que se truncaron a tiro sucio y cobarde la mañana del 5 de agosto en las tapias del cementerio de Beas, en el treinta y siete.
Allí, Manuela Jimenez Delgado comenzó a vivir su pena, su agonía, llevada como pudo, aliviada a golpe de visitas de sus hijos y nietos, de tertulias en el cuerpocasa y al fresco de la Calleja dándonos ejemplo de bondad, prudencia y misericordia.
Feliz Feria a todos.
Andrés Romero Álvarez
11 de agosto, semana de la Feria de Valverde.