A propósito de la mineria en la provincia de Huelva

 

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Mucho se viene hablando estos días del presente y futuro de la minería en nuestra provincia. La Universidad Internacional de Andalucía publicó un estudio sobre el tema que de nuevo crea las máximas expectatívas sobre el futuro económico de nuestra provincia. A continuación resproucimos la introducción de la citada publicación.

La presencia

»inglesa» en Huelva:

entre la seducción y

el abandono

Agustín Galán García (Ed.)

 

INTRODUCCIÓN

 

En la diligencia de apertura del Libro de visitas número 1 , correspondiente al período comprendido entre el 1 de octubre de 1897 y septiembre de 1915, y habilitado para consignar en él las observaciones y prevenciones relativas al cumplimiento del Reglamento de Policía Minera de 16 de julio de 1897\ escribía el alcalde de Río Tinto: «El presente libro, que consta de 600 folios duplicados, rubricados por esta Alcaldía, se destina por la Compañía Río Tinto Limitada, propietaria del establecimiento minero que da nombre a este pueblo, a Libro de Visitas».

Es muy probable que el Sr. Alcalde sufriera un lapsus a la hora de escribir la diligencia de apertura en cuestión; pero, si le traicionó el subconsciente, es la mejor prueba de la confusión y de la sustitución de identidades que la presencia de la Compañía provocó sobre las personas y sobre las instituciones de «su comarca». Desgraciadamente aquella suplantación no será exclusiva de las autoridades ni tampoco será privativa de la época inglesa. Lo que comenzó en 1873 arrastra sus consecuencias hasta hoy. El cobre sedujo al capital, los responsables políticos del momento lo permitieron hasta los entresijos más profundos de la voluntad en el alma los habitantes de la zona y el encarecimiento del mismo daría paso a una larguísima agonía hasta su abandono definitivo. En efecto, lo que se va a producir será una autentica colonización hasta abarcar el último aspecto de la vida cotidiana de sus habitantes, sin que se diera solución de continuidad entre lo laboral y lo personal, lo público y lo privado. Y es que simultáneamente a la extracción del mineral, se fue tejiendo una auténtica red de influencias que buscaba la máxima eficiencia. Esta red, tramada tanto en horizontal como en vertical, creció hasta convertirse en una superestructura que venía a cubrir aquellos aspectos que sobrepasaban la mera relación laboral o la mera relación contractual. En el primer caso, de la empresa con los trabajadores y, en el segundo, de la empresa con el propio Estado. Adornada con políticas paternalistas de diversa índole, la red llegaría a ser tan tupida y sus hilos tan resistentes que se integraría como un elemento integrante del paisaje minero. Tal vez, el que mejor haya plasmado esta cuestión sea Cobos Wilkins, cuando escribe: «¿Y qué es /a Compañía?, ¿eh, qué es la    jodida Compañía? … Te Jo diré yo: un fantasma, un maldito fantasma Por eso nos puede. Porque no hay oídos a /os que hablarle, ni ojos a /os que mirar. No tiene un corazón al que llamar con /os nudillos. Ni siquiera un rostro al que darle la bofetada… ¿cómo se enfrenta uno al fantasma ?». El fantasma de ayer tiene hoy nombre de desidia, apatía, abandono. Desgraciadamente su sombra aparece aún hoy sobre todo aquello que pretenda recuperar el esplendor de la comarca.

Hoy, cuando el mundo está instalado en una especie de presente permanente sin relación orgánica alguna con el pasado del tiempo en el que viven (E. Hobsbawm), se hace imprescindible detenernos un instante y reflexionar sobre el ayer del que venimos; conocer en qué medida la influencia inglesa ha condicionado nuestra historia, lo sigue haciendo y qué podemos aprender de aquella experiencia. La Historia, dice J.L. Gaddis, es progreso a través de la transmisión, de una generación a otra, de las habilidades adquiridas. Por lo tanto, conocimiento histórico, incremento de nuestras habilidades y, si todo va bien, encarar mejor armados las dificultades que encontramos día a día» (G. Duby). Con esta perspectiva hemos organizado la obra que presentamos del modo siguiente: La aportación de E. Ballesteros quiere servir de contrapunto, de provocación e invitación, al debate para que los procesos no sean planos y mecánicos llevándonos a formas de pensamiento único que terminan arrasando la complejidad del devenir humano. No podemos entender la provincia y sobre todo las zonas mineras onubenses sin la presencia británica, en este sentido sus ausencias y presencias tienen un efecto indudable. Pero debemos estar muy atentos para que la comprensión de la vida en las comarcas mineras no quede reducida a «lo inglés», eclipsándose lo que de rico, heterogéneo, conflictivo y diverso tuvo la vida en las minas. Ni la construcción de productos turísticos, ni aún las iniciativas patrimoniales deben hipotecar la memoria. Huelva no puede permitirse el lujo de obviar su dimensión minera e industrial. Por su parte, A. Sánchez Picón, nos hace un dibujo de la actuación de los inversores foráneos en las minerías andaluzas, con especial atención hacia los capitales de origen británico, después de glosar el debate historiográfico sobre la repercusión del capital extranjero en el desarrollo minero español, para terminar con algún apunte sobre el legado, sobre todo desde la perspectiva del desarrollo territorial, que ha dejado el ciclo minero en las comarcas donde se desplegó. M. A. López Morel analizará los ejes primordiales de la presencia mayoritaria de los Rothschild en el accionariado de Río Tinto, que vino a coincidir con los años de apogeo del yacimiento que ha dado nombre hasta la fecha a la sociedad, hoy entre las tres mayores empresas mineras del mundo. Sus conclusiones son rotundas: la entrada de los Rothschild en Río Tinto supuso un giro definitivo en la gestión empresarial de la sociedad, abriendo las vías necesarias para que se produjera su anunciado éxito económico desde, al menos, los años 90 del pasado siglo hasta los años 30 del presente, salvo en las coyunturas extremas inmediatamente posteriores a la primera Guerra Mundial y la gran crisis de 1929; unos momentos de apuro para la compañía en los que las casas Rothschild de Londres y París también aportarían un inestimable apoyo. El fantasma al que antes aludíamos dejo una huella documental extraordinaria mediante la introducción de un sistema de control del mercado de trabajo que tuvo su pieza clave en la Oficina de Registro de Personal. Del mismo modo que la Compañía requería de información económica, financiera y analítica para tratar de obtener la máxima rentabilidad de su negocio, organizaría también una muy eficiente red de información social que tendría su plasmación en diversas series documentales, algunas de las cuales analiza con detalle J. M. Pérez López. J. D. Pérez Cebada aborda el coste medioambiental que trajo consigo la expansión de las actividades mineras, un lado negativo al que no han prestado interés los especialistas: los altos niveles de contaminación que tuvieron que soportar los habitantes de esa ciudad y que dieron lugar a protestas y a pioneras medidas legales en este ámbito. Un problema de contaminación local que debe abordarse desde una perspectiva nacional e internacional. En efecto, hay que tener presente que la explotación de los yacimientos onubenses debe enmarcarse en un proceso de internacionalización del sector minero impulsado por las necesidades de recursos estratégicos de la economía inglesa en los decenios finales del siglo XIX. Gracias a su amplia red comercial, Gran Bretaña importará materias primas estratégicas, como cobre y otros minerales, y exportará, además de bienes y servicios, contaminación al resto del mundo.

En esa red mundial, la cuenca minera asume el papel de centro de abastecimiento de minerales, a la vez que experimenta un proceso de degradación medioambiental a gran escala. En una segunda e inmediata fase, la contaminación se extiende al exterior de la cuenca, a la propia capital de provincia, convertida inicialmente gracias al boom minero en un importante centro distribuidor, de ahí la importancia que adquieren las infraestructuras de transporte (ferroviarias y portuarias especialmente) que entonces se construyen. La proximidad de la cuenca y la red de transportes favorecen, a su vez, la aparición de una serie de industrias del ramo minerometalúrgico o de sectores complementarios como el químico. La expansión de esas industrias y un desordenado crecimiento urbano dan lugar a diversos problemas de contaminación desde finales del siglo XIX hasta mediados del siglo XX. En realidad, las nubes de polvos mineros originados en los trabajos de descarga en el Puerto es una de las formas de contaminación atmosférica que sufre esta ciudad durante la primera mitad del siglo XX.

Otro coste, tampoco evaluado de manera suficiente, será lo que aborde el que suscribe estas palabras de introducción. Nos referimos al coste que la siniestralidad laboral va a tener sobre los propios trabajadores, la huella que va a dejar en su cuerpo y que se saldará de manera muy poco gravosa para la Compañía. Trataremos de dar a conocer el perfil del trabajador accidentado tanto en la época inglesa como, aunque sea a modo de aproximación, en la época española. La reconstrucción de la evolución estadística que la plantilla va a experimentar en este ámbito, nos va a permitir responder a algunas de las cuestiones planteadas: ¿supuso el cambio de propiedad de la empresa algún cambio con respecto a la política de seguridad e higiene?; ¿Cambiará el perfil del trabajador accidentado? ¿Se van a introducir mejoras significativas en los departamentos más peligrosos? Por otro lado, ¿el propio cambio de propiedad fue precedido de un proceso reflexivo sobre la nueva orientación que debía tomar la empresa, tanto en este como en otros aspectos? Seguro que el lector ya ha encontrado la respuesta. E. Sánchez Gullón rastrea otro tipo de huellas aparentemente alejadas de las preocupaciones laborales o económicas. Su investigación nos va a permitir localizar y descubrir especies ornamentales vegetales novedosas, propias de usos y modas anglosajonas ajenas a la cultura mediterránea. Estrechamente ligada a la arquitectura, nos adentrará también en el desarrollo adquirido por el paisajismo inglés en los distintos enclaves mineros de la provincia, nos da a conocer a algunos de los botánicos que trabajaron por estas tierras y, para culminar su aportación, realiza un inventario detallado de las especies localizadas. C. González Vilches y C. González García de Velasco nos conducirán hasta lo más visible de cuanto hoy podemos apreciar de la herencia británica: su arquitectura y su urbanismo. Nos adentraremos en las viviendas que construyó la Compañía de Tharsis, las que hizo la Compañía de Riotinto, tanto en el barrio de Bellavista, en Huelva o en Punta Umbría; conoceremos los detalles de la única construcción religiosa que se conserva y nos presentarán al máximo representante de la esencia británica desde esta perspectiva, el arquitecto inglés Alan Brace. Concluiremos, a modo de epilogo, con las reflexiones de C. Arenas Posadas sobre la rentabilidad a largo plazo de las decisiones empresariales asumidas por la compañía británica y continuada por la empresa española. La Rio Tinto Company Limited, empresa considerada como de las más importantes del mundo entre 1897 y 1908, a la que no se podría discutir la racionalidad de sus decisiones teniendo en cuenta los elevadísimos dividendos –el 37 por ciento por término medio-, que se repartieron sus propietarios los Rothchild en el periodo indicado y a los millones de pesetas que gastaron en salarios directos e indirectos. Sin embargo, la racionalidad presente puede llegar a tener consecuencias negativas en un futuro más o menos inmediato en función de que la actividad empresarial

sea más o menos sostenible a medio o largo plazo, o de que las raíces institucionales que establezca en su entorno garantice la continuidad de ese o de cualquier proyecto económico, por lo que se puede concluir que una aparente racionalidad empresarial en el presente puede ser perfectamente irracional en términos históricos.

No podemos terminar estas palabras de introducción sin reconocer y expresar nuestro más sincero agradecimiento a la Universidad Internacional de Andalucía por la implicación y el impulso que dio a este proyecto. La idea fue suya, más concretamente del Prof. Dr. Luis Cales Contreras, a la sazón, director de la Sede de Santa María de la Rábida, que nos propuso analizar al presencia británica en la provincia de Huelva a lo largo de uno de los cursos de verano. El debate propiciado entre los ponentes y con los propios alumnos, algunos de los cuales se revelaron profundos conocedores del tema en cuestión, hizo que el planteamiento inicial se enriqueciera notablemente. La realización del curso en las aulas habilitadas por la intervención de los «ingleses» a lo largo de la geografía provincial fue otro acierto. Y, por último, la decisión de llevar aquellas reflexiones al papel hay que adjudicarla también a la Universidad Internacional. Los posibles errores en la edición que presentamos hayque achacarlos al que suscribe.

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