Antonio Millán Pérez
Por sus obras les conocereis
Comenzaba el año de 1969, hacía pocos meses – octubre de 1968 – de mis comienzos en El Fonógrafo – , antes de las navidades había logrado un buen «tanto» profesional logrando vender la instalación de sonido a una Iglesia de Sevilla, entonces de las señeras y pujantes en el ambiente religioso hispalense; la Iglesia del Colegio Claret, en Heliópolis.
No era fácil vender sonido en aquella época, aún no existía el transistor, los amplificadores eran a válvulas y los micros más populares, el Ronet de cápsula cerámica, había casí que darle un bocado para que sonara, sensibilidad cero. Introducíamos entonces una marca francesa BOUYER que mediante un ingenioso sistema de transformar la impedancia, lograba un resultado espectacular en la habilidad para captar a distancia la voz, además de lograr una gran fidelidad en su reproducción al tiempo que evítaba los acoples -pitidos- tan desagradables al oido. Ello comportaba que cada venta implicaba; detectar un posible cliente, crearle la necesidad logrando convencerle para hacerle una demostración «in situ» del sistema para una vez realizada, satifactoriamente, claro está, entrar en la venta propiamente dícha; o sea vender y ¡cobrar!.
La estrategia que me marqué era lograr puntos importantes instalados que despues sirvieran de referencia a los posibles clientes, por aquello de la «emulación» .
Un día frio de enero me presenté en la gasolinera de Almonte, entonces de móviles nada de nada, donde pregunté por el Presidente de la Hermandad del Rocio en donde me indicaron el nombre y domicilio, se divisaba desde la misma gasolinera casi y allí me presenté.
Me encontré con un señor no muy alto, de aspecto bonachón y mente receptíva y abierta. Desde el primer momento existió empatía entre nosotros, creo que le despertó curiosidad mi arrojo y entusiasmo al explicarle mis pretensiones que no eran otras que venderle la instalación de sonido para la nueva Ermita que se estaba construyendo y que estaba previsto bendecir en el próximo mes de marzo.
Fue el inicio de una serie de encuentros previos hasta conseguir vía libre para hacer una demostración, ello me llevó a ir, durante varias semanas, a diario a la aldea del Rocio. La prueba o demostración fue satisfactoria, tuvimos que hacer varias sesiones para la Junta de Gobierno, etc. y el día 12 de abril de 1969, sábado se entregó la instalación para al día siguiente dar asistencia técnica a los Actos religiosos que daban de nuevo la bienvenida a la Virgen del Rocio a su nueva casa.

Este almonteño entrañable, Presidente de la Hermandad Matriz de Almonte, era, fue D. Antonio Millán Pérez que el pasado día 19 de septiembre, con casi cien años cumplidos, nos abandonó para siempre. En estos cuarenta años han sido contadas las ocasiones de volvernos a encontrar pero guardo un gratísimo recuerdo de aquellos momentos vívidos y la satisfacción de haberle conocido. Allí, junto a la Rocina, queda su obra por los siglos.

La referencia de la Basilica del Rocio me reportó otras futuras instalaciones como la de la Esperanza Macarena en Sevilla.

Tras los actos celebrados ese domingo en el Rocio , no faltó después un buen rato de guitarra en una finca próxima con los amigos.
Lole Senra Tomás Lorca Manuela Romero