Al fin, ya están aqui.
Cantaba Camarón
«…Después me nació un clavel
pa alegrarme a mí los días,
y ahora que tengo a los tres,
que maravilla la mía.
Que en el jardín de mi casa
nunca falte la alegría.
Ya no cantes cigarra,
apaga tu sonsonete,
que llevo una pena en el alma,
que como un puñal se me mete
sabiendo que cuando canto
suspirando va mi suerte.
Bajo la sombra de un árbol
y al compás de mi guitarra
canto alegre este huapango,
porque la vía se acaba
y no quiero morir soñando,
ay, como muere la cigarra.
Ábreme la puerta
que vengo najando,
y los gachés, primita de mi alma,
sí a mí me ven
me la van buscando.
La vida, la vida, la vida es,
es un contratiempo,
la vida, la vida es.
Ay la vida es, la vida es…»
Han sido años de constancia, de sacrificios, de preguntas, de superar dificultad tras dificultad, de un insistir sin límites con una constancia admirable que, va hacer ahora dentro de unos días cinco años, vieron recompensado con el nacimiento de una criatura de grandísimas dósis de despabile, cómo sus negros ojos, convirtiéndonos en abuelos; Manué, nuestro primer nieto.
Ayer, día de San Bosco, vieron al fin colmados sus ilusiones, su esfuerzo, su empeño y… aquí están ya con nosotros; Elena (como su madre y abuela) y Sebastián (como su otro abuelo, a quién no conocerán pero del que se hace continuador de su nombre y apellido) entre una gran cantidad de primos que les han precedido.
A ellos, a los padres de Elena y Sebastián, toda mi admiración y cariño.