Una puchera en PALACIO. Ya que hablamos de gastronomía
¿Arrojo, curiosidad, ilusión, valentía, inconsciencia tal vez?
Necesidad, simplemente
Corría agosto de 1973, en febrero de este año había muerto Manolo Caracol y justo el anterior verano el entonces monarca de Marruecos acababa de salir bien parado de un ataque perpetrado por cazas de su propio ejercito que no lograron acabar con su vída. Fue 1972, también año de Olimpiada, olimpiada negra por la masacre en Munich en el corazón de Europa.
Acababamos de pasar nuestra feria de agosto en Valverde y nos dispusimos a respirar aires de libertad por Europa. Casados ya, nuestra hija mayor se quedaba con sus abuelos en Valverde y nosotros ; Paco Andrés Rite, Ana Pérez, Elena y yo nos pusimos manos a la obra a completar los preparatívos para el viaje previsto.
Este era el itinerario; salida por San Sebastian hacia Paris, una noche sólo de paso hacía Amsterdam, Brujas en Bélgica, 4 ó 5 días en Amsterdan para volver de nuevo a Paris, allí una semana, continuando después a Rosas en la Costa Brava para bajar por Madrid y de nuevo a Valverde.
La novedad de ese verano era que acababa de comprarle a un amigo un remolque tienda por lo que, vendída la tienda de campaña canadiense (a dos aguas), ascendía en mis aspiraciones campistas, mi afición preferida por aquel tiempo.
Bueno lo de remolque-tienda era tan sólo la forma de llamarle a lo que simplemente se trataba de un artilugio casero fabricado por mi amigo, carpintero de profesión, conformado por una parrilla de perfil de hierro, montado sobre dos «horquilla/amortiguador » delantera de Vespa y sobre la citada parrilla, montaba un cofre gigante hecho de ¡tablero aglomerado!, que cerrado parecía un gran ataúd y abierto conformaba «la base o suelo» de una «planta/habitáculo» con pasillo central y cajones a los lados, sobre la que montábamos dos camas de 100cms. de ancho cada una, con planchas de espuma de «Casa Carrera».
Encima de esa «planta/habitáculo» montábamos una tienda de campaña de aquellas llamadas «familiares», nuestra llegada a cualquier Camping era todo un espactáculo. Para aquel que no conozca bien la mecánica del campista le diré que es norma viajar desde muy temprano para llegar a tomar posiciones y acampar en el punto de destino no más de las cinco de la tarde. Nosotros siempre llegábamos de los últimos, es decir cuando ya estaba todo quisque allí en sus plegables sentados delante de su remolque o más bien roulote. ¡Era para ver las caritas que iban poniendo al observar todo lo que salía de aquel cajón rodante!
La intendencia que habíamos previsto era cómo si fuésemos a pasar la noche al recinto de San Pancracio pero nos esperaban más de 3.000 kilómetros de viaje. Llevábamos;
- 2 bombonas de camping gas
- 1 olla a presión Laster
- 6 melones de Candón + tomates+ cebollas + pimientos , etc.
- 12 litronas de Cruz Campo
- 1 Nevera
- 2 barreños
- 4 platos llanos
- 4 platos hondos
- 4 platos de postre
- Cubiertos completos + Cubiertos de cocina
- Paquetes de garbanzos, de lentejas, etc., latas de salchichas, de melva, etc.
- Avíos para la pringá (carne, chorizo, morcilla, tocino,etc)
- Salchichon y salchichas caseras
- Aceite, vinagre, sal, varias lechugas, etc.
- 4 maletas
- 4 mantas y 4 juegos completos de cama + 2 almohadas de matrimonio
- 1 Guitarra
- 2 banquetas + 2 sillas de playa
y quizás algo más que se olvide en este momento. Podeis observar la foto de arriba que recoje el momento del «replanteo» en Brujas (Bélgica).
Fueron testígos de la carga en la víspera de nuestra partída mi suegro «Pepe el Tarra» y mi hermano Diego, dos buenos mascones que nos retaron a que «no seríamos capaces de pasar más allá de Despeñaperros«.
Salimos de Valverde la mañana siguiente muy temprano, ahí estábamos…dispuestos a comernos el mundo; pasamos el Tinto con un fresquito delicioso, la Palma, nos paramos a tomar el cafelito y más cosas de rigor en la Venta Pepe Pazos de Sanlucar, atravesamos Sevilla ya con un poquito de calor, Ecija, Cordoba ya con la caló, Andujar y…Santa Elena, por fin, después de coronar las cuestas de La Carolina, enfilamos la bajada a Despeñaperros; ¡lo hemos logrado!, ¡les hemos ganado!.
Seguimos bajando, reduje a tercera, segunda y cuando llegamos a la primera curva cerradísima que tenía a su derecha una de las improvisadas Areas de descanso …¡Craftt, Crafft, rrrrrppschhssss!:
¡La jodímos! ¡Hemos pinchado!.
De pinchazo, nada de nada, una de las ruedas del remolque estaba totalmente al aire y por el suelo arrastraba la horquilla con el amortiguador que todavía aguantaba el disco con la rueda.
¡No podemos continuar!, el tráfico pesado,entretanto, era incesante en ambos sentido de la circulación (entonces la Nacional IV no estaba desdoblada), con el agravante que los camiones que circulaban en dirección Sevilla, justo en ese punto donde nos encontrábamos tenían que reducir, entrar lentamente en la curva, doble embrague una vez superada ésta, meter la primera, acelerón de nuevo, cambio a segunda, acelerón y adelante.
Serían como las siete de la tarde, calor de agosto , cansancio total y el alma en los pies. Reunión inmediata del «gabinete de crisis» (entonces no había móviles, el primer nucleo de población Santa Elena estaba a siete kilometros atrás y cuesta arriba, estábamos tirados) que una vez superado el primer bajón optó, decidimos ponernos manos a la obra, abrir el «cofre», montar todo el tinglado, cenar y a la mañana temprano sería otro día, eso fue lo que hicimos.
Cuando estabamos ya con todo nuestro remolque tienda montado, nos decíamos : » Total, una vez dentro y con las cremalleras cerradas, es igual que si estuviéramos en Paris…»
En ese convencimiento, ¡ hasta brindamos! con copa larga tras la cena entre lonas. Decidimos echarnos a dormir, cansados como estábamos, pronto caeríamos rendidos, así fue pero una vez superadas las dos o tres horas de sueño profundo, el ruido de los camiones y la incertidumbre de lo que sucedería al día siguiente hicieron que antes del amanecer Paco y yo pronto sacasemos la cabeza por la cremallera entreabierta dandonos de bruces con un magrebí cargado de tarros de perfúmenes(?);
«Paisa, ¿ queré comprá ?
Ana y Elena, se quedaron custodiando el campamento mientras Paco y yo, sin pérdida de tiempo nos fuimos hasta Linares buscando un chatarrero que nos suministró, después de una exhaustiva labor de investigación varios juegos de piezas que incorporamos a nuestro ya basto equipaje.
Por fin pudimos reanudar el viaje a la mañana siguiente. Habían pasado dos días, estábamos a 400Kms. de nuestro lugar de partida y nos faltaban más de 2.500kms. que recorrer.
Pasamos Madrid, el puerto de Somosierra, todo iba bien por lo que decidimos acampar esa noche en un magnífico Camping a la salida de Aranda de Duero, el Costaján, así lo hicimos pero cuando ibamos coronando la subida para entrar al Camping; ¡Crafft, carratraff, pofff, …. ¡Nooo! ¡Otra vez, n00!
Otros dos días perdidos para subsanar la avería en una herrería junto a la plaza de toros de Aranda. Una vez de nuevo en carretera rumbo a San Sebastián, me prometí que si ocurría una tercera avería desengancharía el chísme aquel y lo dejaría caer por un terraplén pero no, no volvió a pasar.
Pasó eso sí, San Sebastián, Burdeos, Chartres, Paris en donde hicimos nuestra entrada triunfal en el Bois de Boulogne para continuar hacia Brujas y llegar ¡ por fín ! a Amsterdam, donde establecimos nuestro cuartel general en un gran Camping junto al estadio Ajax Ámsterdam
Nos llamó poderosamente la atención el campamento de gitanos que había montado en los aparcamientos del estadio por las roulotes y cochazos que llevaban (ver foto).
Descubrimos en Amsterdam la cultura de la bicicleta, la vida de la gente en los barcos, el barrio rosa (barrio chino) en pleno centro de la ciudad, con las señoritas en los escaparates y sexo puro en los espectáculos en vívo, los tranvías, la música de los organillos en la calle, los campos de tulipanes, descubrimos a Van Gogh, el precioso caserío, vimos ¡cómo no! «El último tango en Paris» y asistimos al espectáculo que era ver durante todo el día la Plaza de Damm abarrotada de gente haciendo corros sentadas en el suelo, cada cual a su bolo, emporrados -el que quisiera – hasta la corcha, charlando, cantando, hablando…hasta que a las seis en punto de la tarde y al toque de silbato irrumpían desde puntos diferentes, potentes camiones cisternas que con chorros de aguas potentísimos baldeaban la plaza entera. A los cinco minutos, la plaza aparecía ¡ como los chorros del oro ! , sin un papel y con tan sólo las palomas. Tal como veis en las fotos.
Hicimos excursiones a Volendam, Market, Scheveningen y al entrañable Madurodam la ciudad de los niños.
Fotos en Maurodam.Puedes observar las proporciones de los edificios.
Que Amsterdam era Amsterdam estaba calrísimo y muy clarito pero y ¿La Haya? , ¿donde está La Haya en el mapa?. ¿Donde cóño está ?.
Fue una de nuestras novatadas más sonada; la Haya no és, es Den Haag. Aquí en Den Haag se cumplirian todos nuestros sueños, se produciría ¡por fín! el día central de nuestro viaje.
Metimos todos los avíos, todos los bártulos en el coche, un Renault 12 y tras visitar las galerias comerciales cerradas, coquetas y preciosas, tras el baño de escaparatitis de nuestras acompañantes y compañeras, localizamos un paraje de ensueño, en el mísmisimo centro de la ciudad, nada más y nada menos que los jardines del Palacio Real de La Haya, junto a un estanque con un gran surtidor que lanzaba el chorro de agua hasta una considerable altura (¡Hay que ver lo que adorna un chorro de agua!, Anita dixit), rodeados de cervatillos.
Allí estábamos, allí estuvimos y gozamos ¡por fin! de una bueníssima puchera en Palacio.
Otro día hablaré de la vuelta, por cierto que al volver a Madrid, 11 de septiembre, supimos de la triste noticia; el golpe de Estado contra Pinochet.
Fue un mazazo para nuestra reentré en la vida ordinaria de entonces, con las pilas cargadas que traíamos. Días más tarde, ese septiembre, moriríaRicardo Eliécer Neftalí Reyes Basoalto; Pablo Neruda.
Hola Andrés.
Me han gustado estos recuerdos tuyos y sobre todo ver en las fotos lo jóvenes que erais por aquellos tiempos. Siento cierto pudor al dejarte estas líneas aquí, porque cuando una persona saca a la luz sus recuerdos, parece algo tan íntimo que me siento una verdadera extraña para opinar.
¡Perdóname, no he podido resistirme! Ese viaje vuestro fue una verdadera odisea, y lo más friki, porque hoy no se libraba de ser catalogado de este modo sin duda alguna, el remolque-trastero-tienda, sería digno de verse, jajaja. Y desde luego memorable esa puchera saboreada en un sitio de tanto abolengo.
Saludos.
¡Por Dios!, es un placer y muy gratificante recibir un comentario como el tuyo. Bienvenida y felicidades por tu blog.
En lo que respecta a los medios que disponíamos, estoy de acuerdo que eran friki, no obstante eramos unos privilegiados, es bueno recordar cómo se vivía entonces pero valorábamos mucho lo poquito que ibamos logrando.
Saludos.
Buena memoria, Andrés, aunque supongo que las fotos ayudan.No había leído esta entrada.